sábado, 19 de noviembre de 2016

Cita a ciegas.

"Nacemos para morir."

 Se quedo mirándome con sus ojos saltones de diabético, como si hubiera descubierto la puta América. No por primera vez, me preguntaba que hacia allí, para recordarme que le estaba haciendo un favor a una amiga que tenía un medio novio al que se quería follar sin que el friki de su compañero de piso les estorbase o algo peor.
Y allí estaba yo, escuchando las sandeces que salían por su boca disfrazadas de filosofía vital, no eran más que una serie de clichés, banalidades y palabras huecas.
 Cuando le llame para concertar la cita y quedamos en esa cafetería casi me entra un ataque de risa, íbamos a merendar, a merendar en la cafetería mas rancia de la ciudad.  Para escapar del tedio me puse a observar, mirara donde mirara solo encontraba cascos con forma de moños y maquillajes de carnaval, creo que calcule cuantas veces se podría ir de la tierra a la luna juntando las arrugas por metro cuadrado que había en ese lugar, era como si una horda de extraterrestres con una extraña fijación por las pastas de te, se hubieran dado cita en ese lugar y hablaran en su dialecto incompresible a los seres humanos.
 Me di cuenta de que mi cita estaba extrañamente callada, cuando le mire casi me caigo de la silla del susto, se había convertido en un sapo gigante. Mire a mi alrededor y la horda de robots alienígenas adictos a las galletas no prestaban atención al sapo gigante que cada vez que quería beber café sacaba una enorme lengua roja, también cazó un par de moscas.
 Me sorprendió su croar suave y acompasado, mucho mas agradable que esas palabras vacías dichas con voz medio gangosa, lo malo es que no entendía lo que me decía, en un intento por ser amable cada vez que él se callaba yo asentía y sonreía incluso imitaba su forma de croar. La conversación, si se le puede llamar así, transcurría de una forma más o menos fluida pero yo me aburría muchísimo, empece a jugar con el cuchillo de la mantequilla, a clavarlo entre los huecos de los dedos. 
Hubo un momento en que alcé la mirada y lo vi en sus ojos, quería tocarme, durante un segundo el miedo me paralizo intente retirar la mano pero él fue más rápido movió su anca derecha atrapando mi mano con su pata, su tacto era de lo mas desagradable húmedo, frío, pegajoso se fue acercando hacia a mi lentamente cuando vi asomar su larga lengua a través de esa boca babosa, no lo pude evitar. 
 He de decir, que si los camareros hubieran hechos su trabajo, quitando las viandas vacías de los cliente, en lugar de quedarse charlando en la barra, hubiera sido difícil que hubiera ocurrido lo que ocurrió. 
¿No lo sabe? sencillamente que no lo pude soportar más, me puse nerviosa no quería sentir su tacto, ni que me tocara, cogí el tenedor de la merienda y se lo clave en el ojo, se puso a gritar mas como un cerdo que como un sapo, no sabía que hacer para que volviera a sentarse en la mesa y dejara de dar el espectáculo, lo único que se me ocurrió fue clavarle las manos a la mesa no fue una buena idea, siguió gritando aun mas fuerte, pateando y saltando hasta que  se liberó para luego sacarse el tenedor con el ojo y todo, con tan mala suerte que se le escapo y rodó fuera de su alcance.
 A todo esto la cafetería era un caos, los robots alienígenas que se hacían pasar por marujas debían de estar sufriendo algún tipo de cortocircuito por que no dejaban de gritar con sus agrietadas bocas rojas abiertas en un rictus terrorífico dejando al descubiertos sus torcidos dientes amarillos. Estaba tan nerviosa que apenas podía respirar, necesitaba salir de ese sitio convertido en una pesadilla infernal. 
Sí, supongo que fue en ese momento, no lo recuerdo con demasiada claridad  ¿ Esta bien?... Oh, vaya lo siento mucho, no fue mi intención, como le digo yo intentaba escapar de ese lugar. Me dirigía a la salida, cuando pise el ojo del sapo, salí disparada sobre esa masa gelatinosa, el chico se cruzo en mi camino, quise apartarle pero creo que no calcule mi fuerza, ni su peso y salio disparado, que se diera de cabeza contra el mostrador de los pasteles rompiéndolo a su paso, esta muy lejos de mi responsabilidad. Pero en cualquier caso, si ve a la familia trasmítales mis condolencias, por favor.
 El caso es que mi encuentro con el niño me desestabilizó y caí al suelo, vi aparecer a los camareros, con sus chaquetas blancas, pensé que venían a ayudarme, yo tenía intención de pagar la merienda que había consumido, cuando vi que uno venia enarbolando un palo con intención de agredirme. 
En este punto, he de decir, que yo estaba bastante desquiciada, solo había pisado a un sapo, por decirlo de alguna manera, no entendía por que se ponían así, ¿ Por que tanto alboroto?. Solo quería pagar mi merienda e irme a casa.
 Sí, ya se que estan en el hospital  pero eso no es mi culpa, yo lo único que hice fue defenderme. Además si no sabes sujetar un palo sin que te lo quiten, no cojas el palo ¿no? La verdad es que parecían ocas furiosas, no dejaban de gritar y de pegarme yo una vez más me defendí como pude. Vi una hermosas luces de color azul y blanco que paraban frente al café, un fuerte golpe en la cabeza y la oscuridad...
 Ahora estoy en esta sala, hablando con usted, pero no se por que estoy llena de sangre, ni el por qué de mis cardenales, me miro al espejo y veo mi cara destrozada y no recuerdo cuando paso.
Todavía no me ha dicho cuando me voy a ir de aquí, eso me hace sentir un poco confusa y muy muy nerviosa, le estoy observando y cada vez se parece más a un enorme conejo gigante ¿lo sabia?...