jueves, 31 de marzo de 2016

MARIANO.

                                                                 MARIANO.

Dicen que es un fantasma, otros que es tímido, los más que no existe, todos tienen razón. Es un hombre tan tímido que convertido en fantasma esta dejando de existir.
A veces su esposa olvidándose de el durante días, le intuye asomado a la ventana observando como el mar desgasta la roca, obligándose a recordar dice su nombre, lo llama al borde del grito:
- ¡Mariano!.
Entonces la niebla que era el hombre se densa y aparece Mariano con sus pantalones de pinzas, su camisa blanca y su cinturón marrón, que mira con ojos perdidos como si las moléculas de su cerebro, aún estuviesen acomodándose.
Elvira no se queda a observar la transformación, se dirige a la cocina y se dedica a dar ordenes a la muchacha peruana y sin papeles que tiene de interina. Ella comerá unas patatas hervidas con judías verdes y de la comida del señor se encargaría personalmente.
Ursula se dedica a sus tareas, mientras de reojo observa a Elvira sacar un brick de caldo vacío, volcarlo en un cazo y ponerlo a calentar. También la observa mientras corta patatas invisibles para hacer un asado inexistente. Cuando cree que el cazo esta hirviendo sirve el aire caliente en una sopera de porcelana, llevándola a la mesa como si realmente estuviera llena, prepara con primor la fuente donde servirá el asado invisible, colocando las patatas, los tomates, la carne como si existieran realmente. Comía con su marido esa fantasía, mientras le hablaba de nimiedades para que no se volatilizara en la mesa. Después le acompañaba a su butaca cerca de la ventana y le daba el periódico. Ese rato lo aprovechaba Elvira para comer, mientras Ursula fregaba la vajilla inmaculada que se había usado para la no comida. A veces ordenaba que fregara mejor el cazo que se había salido el caldo, otras que tuviera cuidado con los cubiertos que no quería ver ni un grano de arroz, Ursula asentía y hacia lo que le mandaban.
Mariano nunca había sido un hombre que la gente recordara, era más bien ese tipo de personas que te  presentan varias veces sin que llegues a recordarlo, sino vagamente, mientras el te recuerda que os visteis en tal o cual ocasión.
Pues bien, este hombre era el presidente del gobierno de ese país.
Nadie recordaba exactamente por que lo habían votado, ni siquiera los incondicionales del partido recordaban a ver ido a ningún mitin en el que él participara, pero aún así gano las elecciones, fue un milagro de proporciones bíblicas, el partido conservador al que pertenecía, vio la mano de Dios en esas elecciones, la idea de que el país les pertenecía por derecho divino se convirtió en un dogma.
Los ciudadanos de ese país, se sorprendían pensando que sabían el nombre de la mayoría de ministros y ministras, pero no el del presidente, a veces no recordaban ni su rostro.
Los asesores, sabiendo esto quisieron que se mostrara a sus ciudadanos en programas de debate en la televisión pública o en alguna entrevista en las cadenas privadas pero su languidez al hablar, sus mirada perdida y su manía de desaparecer cuando
algún periodista le hacía una pregunta incomoda, terminaron de convencerlos que era mejor que no apareciera en vivo, si no era estrictamente necesario. En cambio procuraron que su fotografía saliera en todos los periódicos, todos los días. Tarea harto difícil, cuando por otra parte procuraban mantenerlo alejado de la política, decidieron que cuando se publicara una noticia sobre el partido en el poder o sobre la gestión del gobierno apareciera una foto de Mariano como presidente del mismo, así si alguien se olvidaba quién era el presidente, solo tenia que ir al periódico y ver la foto tamaño carnet que salían en las noticias. Al final, los periódicos optaron por poner una foto del presidente en la esquina superior de la segunda pagina, del tamaño de un sello de correos con el epígrafe Mariano... presidente del gobierno.
 En las ocasiones en que debía aparecer en público, tratar con otros dignatarios, presidir reuniones de estado, procuraban no dejarle solo en ningún momento. Tenía la mala costumbre de desvanecerse en cuanto notaba que no le prestaban atención o cuando mantenía una conversación desagradable, siempre había alguien a su lado para recordarle que debía mantener su estado corpóreo.
 Cuando un alto dignatario, se marchaba del país después de una reunión con Mariano, tenía la sensación de haber pasado horas en una sala de espera, en la que el doctor se hubiera marchado y nadie le hubiera avisado. Esperando indefinidamente, hasta que se daba cuenta de que estaba en un avión, de regreso a su tierra. Leía los acuerdos, los tratados refrendados y reconociendo su firma los daba por buenos, sin recordar exactamente en que momento los había firmado, ni con quien.
 El país aunque a trompicones, seguía adelante. Los diferentes responsables de las distintas carteras hacían su trabajo, se creaban pactos políticos de nombres rimbombantes, rencillas entre distintas capitales, en fin lo que hacen los políticos.
Mariano, desde que fue nombrado a dedo por su predecesor, como cabeza de lista y presidente del partido había tenido que hacer frente a alguna que otra rebelión de sus barones, de alguna que otra puñalada política, pero sin que propios ni extraños supieran bien por que, salía indemne.
 En esa época comenzó a desvanecerse y para cuando llego a la presidencia tanto el como sus ideas eran pura bruma. Ministros y ministras procuraban no molestar a su presidente con los problemas del país. Lo cierto es, que cada vez que se les ocurría hacerle una pregunta, sus respuestas eran tan vagas como su imagen, pocas veces sabían si estaba de acuerdo o no. Cuando planteaba una idea era tan abstracta como si se tratara de un oráculo resultando incomprensibles, algunos de sus ministros bromeaban en confianza, que más le hubiera valido a Mariano meterse a vidente que a presidente, risas cómplices coreaban esas afirmaciones, a las que no les faltaba verdad.
Por su parte, Mariano andaba perdido en un mundo de nieblas, donde la realidad se desmoronaba, rodeado de fantasmas que le hablaban desde la lejanía del tiempo, sin saber muy bien si estaba con los vivos o con los muertos. Solo quería desaparecer para siempre y descansar.
   
Este pequeño relato lo escribí por Agosto del 2011, ya veía lo que se avecinaba.

jueves, 10 de marzo de 2016

Relatos olvidados.

Una serie de relatos cortitos, que escribí hace años ya. Y por su brevedad he decidido ponerlos todos en una sola entrada.


                                             Última cena.

Al principio parecía raro, pero la necesidad de saborearme era tan intensa que me corte el meñique del pie izquierdo, estaba delicioso. Lo peor no es eso, me corte unos dedos más y se los di a probar a mi familia y amigos aliñados con ajo y perejil. Desde entonces no han podido parar, esta tarde será su última cena, la mía fue ayer, ya no queda nada por comer que no sea necesario para la vida...


                                                           Una tarde de lluvia.

Sus ojos ahogados por el dolor y la tristeza, derraman lágrimas que como una cascada se deslizan hasta su barbilla y de allí a su camisa, observo la pequeña mancha de humedad que se va formando en ella, semejante a una herida.
 Busco con desesperación la respuesta a la pregunta de su mirada, pero no la tengo, solo poseo la seguridad de estar haciendo lo correcto, creando mi camino sin seguir ningún trazado.
 El café se ha quedado frío, la mancha húmeda de su camisa deja entrever un sostén negro mira el te sin dejar de llorar, me doy cuenta de que algunos clientes nos observan, es una situación realmente incomoda, dejo una monedas en la mesa con la esperanza de que sean suficiente para las dos bebidas, recojo mi gabardina y me dirijo a la salida.
 La he abandonado, en esa mesa de mármol con su pelo rubio impidiendo ver sus ojos desenfocados y el murmullo de una pregunta saliendo de sus labios.
 Salgo a la calle, dejo que la lluvia limpie unos pecados que no siento haber cometido, dejo atrás un fantasma que desaparece con las gotas de lluvia sobre el cristal.


                                         Otra chorrada
Siempre, me había parecido un ser bastante entupido. Sus conversaciones me parecían siempre tan banales, pero eso era por que no la conocía. Ahora que la conozco mejor se que no es estúpida, ni tonta, simplemente esta muerta, su cerebro esta lleno de gusanos. Aunque nadie se ha tomado la molestia de comentárselo, por eso ella no lo sabe, yo podría decírselo pero me da vergüenza.
Además, si quitamos el olor y que nos guste o no se va pudriendo, sigue siendo la chica más guapa y popular del instituto.


                                             Después...
 Todos, recordamos los terroríficos días en los que los muertos se levantaron para cobrar o pagar antiguas deudas.
 Ahora intentamos olvidar que eso una vez sucedió, que pudimos comportarnos de la manera que lo hicimos. Tratamos de borrar de nuestra mente, que el infierno existe a tan solo dos pasos de nosotros mismos.
 Algunos no lo consiguen, pasan sus noches con los ojos abiertos, murmurando palabras inconexas,
mientras sus miradas están perdidas en algún rincón oscuro de sus mentes, recordando. Algunos, terminan suicidándose, otros son encerrados en instituciones psiquiátricas, los más acaban abandonados entre las callejuelas de la ciudad, donde se mueven como sombras de otras vidas.
 Los demás dormimos a base de pastillas, para al despertar desayunar un cóctel de píldoras que nos hará sobrellevar el día hasta la llegada de la noche y la bendición del sueño químico.
 Ya no nos miramos a los ojos, nos aterra leer lo que vemos en ellos. Los muertos se marcharon como regresaron, sus fantasmas, sus recuerdos atormentadores se esfumaron, dejando una estela de dolor y desespero.
 Respiramos, comemos, andamos, pero estamos tan muertos como aquellos que nos abandonaron en esta inexistencia que llamamos realidad.


                                          Día de matanza.
acaricié tu cuerpo palpitante y caliente,temblabas de miedo mientras mi nueva navaja paseaba por tu piel pálida, suave. Tus gemidos llenaban el aire, mientras la luz de tus lágrimas iluminaban mi alma. La felicidad de llevar el control es casi demasiado para mis sentidos que se agudizan al sonido de tus gritos, con el olor de tu sangre deslizándose desde tus heridas al suelo. Mi amor es efímero, noto como se esfuma junto con tu vida y sus sueños. Esta noche soñare con tus ojos aterrorizados, mientras el olor de tu miedo perfuma mis noches.